La universidad pospandemia: su rol en la reconstrucción de lo público


 Buenos Aires, 24 de mayo 2020

La universidad pospandemia: su rol en la reconstrucción de lo público
(Laura Currá)1


Tanto en la opinión pública como en el sistema político argentino la universidad cuenta con la legitimidad necesaria para ponerse a disposición de la sociedad en el contexto de pandemia y pospandemia. El estado y gobiernos argentino, son orientadores de las políticas públicas en materia de educación superior a través de diversos mecanismos de incentivos. Estos funcionan y las universidades de manera autónoma responden a las demandas que le transfiere el estado y sus gobiernos.


Es necesario establecer prioridades en termino de incentivos en materia financiera, capacidad tecnológica, transferencia de conocimiento de la universidad. Las mismas deberán orientarse hacia las necesidades inmediatas que tienen nuestras sociedades, pero sin dejar de lado la mirada puesta en un horizonte que contemple el crecimiento y desarrollo nacional. Algunos de los desafíos que tienen las IES es generar como comunidad universitaria, la reducción del impacto en los grupos de riesgo, para incluirlos.


Por otra parte, uno de los puntos sustanciales que debe pensar la universidad pública es el de forjar comunidad. ¿Es posible crear lazos y comunidad a través de la virtualidad? El escenario pospandemia implica un retorno a la presencialidad, ya sea parcial o total. El cómo promovemos comunidad y acciones destinadas a este principio van a ser fundamentales para recuperar parte de lo que hemos perdido en estos tiempos.


Educadores, pedagogos, filósofos, docentes, profesionales de diversas ramas y carreras, autoridades se encuentran repensando el sentido de la presencialidad. El vuelco repentino a lo virtual, ha puesto en valor de forma disruptiva la enseñanza en entornos virtuales. Si bien existen equipos que vienen trabajando hace ya más de 20 años en esta línea, en términos porcentuales en la región sigue siendo minoritario. Incluso habría que identificar qué porcentaje está orientado al posgrado y cual al grado. Lo más probable es que encontremos equipos técnicos orientados al proceso de enseñanza a distancia mejor preparados en el posgrado que en el grado, donde han quedado en evidencia cómo los campus virtuales preparados para tal fin han colapsado en la mayoría de las instituciones. i

Hoy estos saberes están en la agenda pública; se está trabajando para que docentes puedan enseñar en entornos virtuales y estudiantes puedan aprender. Saberes que, si bien eran entendidos como cada vez más necesarios para las generaciones más jóvenes, los mismos eran considerados necesarios, pero complementarios, devaluados. Sin embargo, la presencialidad es parte esencial de nuestra formación. La virtualidad puede operar como sostén, complemento, pero la formación elemental, de lo vivencial de trabajar mancomunadamente se da en el ambiente de estar viviendo nuestra universidad tal como la conocemos.


Es un aprendizaje en primer lugar impuesto, emergente y necesario para la supervivencia del sistema. La mayoría de las universidades nacionales continuaron sus actividades académicas con modalidad virtual. No eligieron educación a distancia porque proyectaban modernizar el sistema universitario, sino que lo que se busco en lo inmediato es defender la cursada de los estudiantes. En un primer momento el dilema fue resolver la dimensión entre preservar la salud, aceptar las condiciones del aislamiento y mantener el funcionamiento de los recursos académicos y científicos de la universidad. En este sentido, se han readecuado normativas y se garantiza el funcionamiento de tomas de decisiones democráticas de cogobierno.


En este sentido es que estamos atravesando una crisis de socialización presentada como crisis sanitaria y que afecta otros campos de nuestra vida. Todo lo que pensábamos y entendíamos como normal en el campo educativo requiere de una resocialización, de una nueva normalidad. Normalidad que no solo está afectando el campo educativo, sino laboral, familiar, social: es una crisis histórica y estamos en el medio del proceso vivencial de dicha crisis.



De los desafíos de la contención y graduación a los desafíos de detener la puerta giratoria



El derecho humano a la educación superior se encuentra vulnerado. La democratización en términos de contingentes de primeras generaciones en la región que hoy acceden a estudios de educación superior universitarios, implica que estos deben ser protegidos. Tenemos que pensar como no retroceder en materia de inclusión educativa.



Se acentúan las brechas de desigualdad dentro del sistema educativo superior. ¿Cómo frenar este desgranamiento, como revertir la puerta giratoria, como paliar con voluntad política y humana la democratización de la educación superior? ¿Cómo hacer que las brechas de la democratización segregativa o la inclusión excluyente no generen distancias más agudas y cómo revertirlas? ¿Cómo desnaturalizar la tensión entre origen social, trayectoria educativa y destino laboral? ¿Cómo poner en valor las credenciales educativas? ¿Cómo pensar una nueva escuela y universidad que cuestione los privilegios intrínsecos del sistema educativo cuando tiende a ser conservador?



Esto se da en un contexto donde las economías de la región se ven fuertemente afectadas, no solo por la pandemia, sino que venían arrastrando de hace tiempo: no se han podido recuperar de la crisis del 2008 y se han acentuado con gobiernos neoliberales.




Varios informes se vienen gestando desde el inicio de esta pandemia, algunos de ellos nos adelantan las diferencias en cuanto al equipamiento tecnológico y conectividad que tienen las universidades en la región latinoamericana y en su territorio y alcance, como así también, el equipamiento tecnológico que tienen los docentes y estudiantes al momento de recibir enseñanza en nuevos entornos. Así se plantea que el 51 % de las universidades en la región cuentan con equipamiento. Respecto de los estudiantes en la región el gráfico a continuación revela, en este contexto, la paradoja de que, a pesar de que las tasas de conectividad en los hogares son muy dispares en América Latina, con extremos en Chile y en Bolivia, las tasas de líneas móviles son extremadamente elevadas y superan, en muchos casos, la cifra de una línea por persona. ii




Pensando el escenario pospandemia, donde las desigualdades se acentuarán, donde la reactivación de la economía estará en primer lugar, donde nos encontraremos con un sistema de salud estresado, pero más entrenado y equipado, donde los otros niveles educativos serán prioritarios al momento de distribuir recursos por sobre el superior, nuestra tarea es capitalizar lo vivenciado. Poner a la universidad en sus tres pilares de enseñanza, investigación y extensión al servicio de la reconstrucción de escenarios que contemplen a la universidad como motor del desarrollo de nuestras economías junto al sector privado, el sindical, las organizaciones sociales y los gobiernos locales.



En cuanto a la tarea docente queda en evidencia el compromiso y responsabilidad frente a este proceso. Varios protocolos se están gestando, están circulando, en cuanto al trabajo a distancia y la cuestión de género. El trabajo docente tiene derechos y obligaciones y en esta línea se está trabajando desde los gremios y el estado.



Los países de la región están perdiendo en el corto plazo cerca del 50% de su matrícula. Nuestros esfuerzos deben orientarse a aquellos que sí pueden y están dispuestos a continuar estudiando en este contexto, como así también motivar y contener a aquellos que están en situación de vulnerabilidad. . Debe interpelar a aquellos que están quedando fuera. Los debe convocar y sumar a proyectos diversos. La mirada de las instituciones y su comunidad debe estar al servicio de recuperar a sus estudiantes.

No existe universidad sin estudiantes. No existe sociedad que pueda desarrollarse en el mundo hoy si no es de la mano de sus comunidades científicas y tecnológicas. Los países con economías centrales, volcaron ayuda económica, para palear la emergencia que implica esta situación sobre los estudiantes más vulnerables.iii



Como capitalizamos las ventajas de nuestro sistema universitario



Una de las características de la universidad argentina es la adaptabilidad de sus instituciones ante situaciones de emergencia. Rápidamente hemos recalculado y nos reorientamos hacia donde era necesario hacer foco. En Argentina, lo mismo que en Brasil, Colombia, Costa Rica, Honduras, México y Uruguay numerosas universidades nacionales han comenzado a prestar servicios y producir bienes necesarios para afrontar el impacto de la pandemia. Los hospitales universitarios están hoy a disposición para la contención de crisis sanitaria en sus regiones de pertenencia y son referentes de innovación.



En una sociedad del conocimiento científico tecnológica, donde el valor agregado es central en la interdependencia mundial, debemos generar la reducción de las brechas tecnológicas, para no quedar atrasados respecto de las economías centrales. El achicamiento de la brecha tecnológica mundial es clave. En este sentido, los países periféricos deben lidiar en circunstancias adversas y observar la inversión educativa y científica de manera estratégica.



Las nuevas universidades han sido creadas con una misión social ligada al entorno territorial. Para trabajar codo a codo. La emergencia ha exacerbado este trabajo y las universidades vienen demostrando su capacidad de transferir conocimiento y recursos humanos, simbólicos y científicos. Por otra parte, las universidades no han podido advertir estas situaciones. Las universidades deberían poder advertir y trabajar para estar mejor preparados en las distintas situaciones que puedan emerger y requieran de ayuda humanitaria.

En Argentina, la tradición fuertemente arraigada de la educación universitaria pública, tiene grandes ventajas en comparación a otros países de la región. En nuestro país, la concentración de la matricula del nivel superior se encuentra en la universidad pública, esto es el 80%; el resto de la matrícula la absorbe la universidad de gestión privada. Si bien los circuitos educativos de élite atraviesan todo el sistema educativo; la mayoría de los estudiantes provenientes de distintos estratos sociales conviven o convivían en las aulas de la universidad pública. Fundamentalmente en aquellas históricas como la UBA, La Plata, Córdoba, Litoral.



Si comparamos otras crisis que ha atravesado nuestro país, nos encontramos con que la matrícula universitaria no solo no se contrae, sino que se expande. En este sentido, debemos estar preparados, para que, si bien en el corto plazo se aprecia una contracción de la matricula en el país y en la región, es probable que, en el mediano plazo, haya una demanda creciente por saberes y formación, frente al deterioro del empleo; sobre todo en nuestro país donde el acceso es público, gratuito y de calidad. Tanto la escuela como la universidad pasan a ser el refugio de miles de jóvenes que se encuentran con barreras al momento de acceder a un empleo.



Por lo que debemos aprovechar las ventajas comparativas que tiene el sistema universitario argentino vinculado fuertemente a su tradición laica, gratuita y de calidad y a su capacidad de ponerse codo a codo de los estados y gobiernos para hacerle frente a esta pandemia. Tenemos grandes desafíos como sistema, pero no solo es el de supervivencia.

En el resto de la región, la matrícula se concentra en la universidad privada. Y las universidades de gestión privada ya se ven afectadas por la crisis económica, se vieron obligadas a bajar su cuota, pero no logran contener ni contenerse, por lo que se prevee que muchas van a cerrar, y otras serán reabsorbidas por universidades más grandes. Esos contingentes de estudiantes que se encuentran desplazados del sistema educativo, en países como Colombia, Ecuador, Perú o Paraguay, difícilmente encuentren un refugio en la Universidad de gestión pública. Chile ha avanzado en un plan nacional de acción para enfrentar las consecuencias del COVID-19 en la educación superior que presenta varias líneas de actuación que cubren desde aspectos relacionados con el apoyo tecnológico y pedagógico hasta financieros, pensando fundamentalmente en los estudiantes becarios.



La universidad privada argentina también cuenta con ventajas comparativas respecto al resto de la región. Aunque sin duda aquellas masivas, van a encontrarse con el desgranamiento en su matrícula.



En cuanto a la internalización de la educación superior, la movilidad de estudiantes, docentes e investigadores de todo el mundo tal como la conocíamos, y venia creciendo, se vio drásticamente afectada y se prevé que en el mediano y largo plazo esta tendencia va a continuar, no solo por cuestiones económicas, sino por el miedo a desplazarse; por lo que se está trabajando para readaptarse hacia un nuevo modelo de movilidades virtuales.





1 Autora: María Laura Currá es licenciada en ciencia política. Docente titular del seminario Políticas públicas de educación superior en Argentina y latinoamérica, en la Universidad de Buenos Aires. Docente titular de Sociología en el Ciclo Básico Común, UBA y docente en UNAJ. Autora del libro ¿Portadora del cambio o reproductora del status quo? Diálogos y reflexiones de la universidad que supimos construir. Acercándonos ediciones, 2019. ppeducsuperio@gmail.com
i Concretamente, la cobertura de esta modalidad ha crecido un 73% desde 2010, mientras que la presencial lo hizo solo un 27%. En 2010, casi 2 millones y medio de los 21 millones de estudiantes universitarios de primer título en la región estudiaban a distancia, representando un 11,7% del total. En 2017 esta modalidad de enseñanza representó un 15,3% del total y abarcó a 4 millones trescientos mil alumnos. Sin embargo, la penetración de esta modalidad todavía es incipiente y resulta sumamente dispar entre los países de la región ya sea por las desigualdades económicas y sociales que repercuten en el acceso y permanencia, así como por la brecha digital, es decir, el acceso desigual a las TICs. En la región, Brasil es el país con mayor participación de la modalidad a distancia en la educación superior de primer título. En 2017 el 21,2% de la matrícula cursaba en forma no presencial, expandiéndose desde un 14,7% en 2010. Esta forma de enseñanza también ha ganado terreno en Colombia, España y México, donde en 2017 abarcó entre un 18% y un 14% de los estudiantes. En COVID-19 y educación superior: De los efectos inmediatos al día después, Análisis de impactos, respuestas políticas y recomendaciones, IESALC, UNESCO. 2020
ii De los efectos inmediatos al día después, Análisis de impactos, respuestas políticas y recomendaciones, IESALC, UNESCO. 2020
iii En los Estados Unidos se ha creado un Fondo de Atención a la Emergencia en Educación Superior, como parte del paquete de estímulos a la economía de 3 billones de dólares, que incorpora 14,5 mil millones de dólares (aproximadamente la mitad de lo que en conjunto se destina a educación: 30,75 mil millones). Pero, a pesar de que la cifra puede parecer muy importante, el sector ha respondido con críticas, argumentando que solo cubrirá las necesidades más inmediatas a corto plazo, sin visión de futuro a medio plazo. El 90% de estos fondos irán a parar directamente a IES que tienen elevados porcentajes de estudiantes becarios (PellGrants) y, por tanto, de baja extracción socioeconómica. En este sentido, la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica contra el Coronavirus (CARES) suspende temporalmente los pagos mensuales (técnicamente "indulgencia administrativa") de todos los préstamos del Departamento de Educación, desde el 13 de marzo de 2020 hasta el 30 de septiembre de 2020. La suspensión será automática; los prestatarios no tienen que solicitar la ayuda, aunque las personas pueden seguir optando por hacer pagos mensuales. En el caso de los prestatarios en mora, la ley suspende el cobro involuntario de los pagos mediante el embargo de salarios y la confiscación de las devoluciones de impuestos hasta el final de septiembre. La ley también fija la tasa de interés en el cero por ciento durante este período de tiempo. Aunque la ley CARES también brindará cierto alivio con dinero fresco, el Consejo Americano de Educación tildó de “insuficiente” los 14 mil millones de dólares asignados al sector de la educación superior, alertando que será necesario alcanzar la cota de 50 millones. Por el momento, no se ha condonado la deuda, aunque son muchas las voces que lo demandan. La orientación de Australia ha sido otra. Allí unos 230,000 estudiantes van a recibir ayudas directas como parte del paquete de estímulos de 40 mil millones de dólares US que el gobierno federal ha lanzado. Por lo menos en parte estas ayudas servirán para compensar la pérdida de ingresos directos de los trabajos a tiempo parcial que muchos estudiantes en el país tienen. En Noruega, donde también es muy frecuente contar con trabajos a tiempo parcial, el gobierno ha decidido avanzar las transferencias a los estudiantes con préstamos, pero no ha condonado las deudas ni tampoco ha ofrecido créditos sin coste financiero. El Consejo de Rectores de Alemania ha solicitado la creación de un Fondo de emergencia para estudiantes, en particular los 100,000 internacionales que trabajaban a tiempo parcial. También se solicitan aportes financieros transicionales para todos los estudiantes. En COVID-19 y educación superior: De los efectos inmediatos al día después, Análisis de impactos, respuestas políticas y recomendaciones, IESALC, UNESCO. 2020